domingo, 20 de febrero de 2011

La evaluación




Imagináos la escena.


Viene tu jefe y te dice que tiene que hablar contigo. Ponéos en situación: un jefe que tiene 1000 años menos que tú, y al que al pobre (¡a mi me dan pena!) le viene grandísimo el bastón de mando pero que de lo suyo sabe el que más... se supone, o eso te dijeron cuando llegó implado de orgullo a dirigir a un equipo que le doblaba en todo: en edad, conocimientos, experiencia, sabiduría... Sobre todo sabiduría. Es lo que pasa cuando te haces mayor, que experiencia y sabiduría tienes más;
¡eso no hay quien te lo discuta!

Bueno, el caso es que te mete en su despacho o en uno que encuentra. ¡Qué tensión la pobre criatura! Además de ser el portavoz de los sentimientos del banco hacia ti, ¡tiene que mendigar un despacho!

Y es que no todos los jefes tienen despacho, y no todos los despachos tienen el mismo tipo de jefes. Hay jefes de madera oscura y los hay de madera clara; hay jefes de mesa de reunión redonda y los hay incluso de sin mesa. También hay jefes de despacho con vistas/luminoso o de despacho sombrío (dentro de un orden, claro), porque no todos han hecho suficientes méritos como para haberse ganado el mismo número de ventanales a la calle. ¡Todavía hay clases!

Volvamos al momento:

Todos
los años ocurre lo mismo, en las mismas fechas, en el mismo marco, con la misma mesa de madera oscura o madera clara, en un despacho con vistas y luminoso o más sombrío. Todos los años igual... aunque la introducción es la misma:
"¿Tienes-un-momento-para-que-hablemos-de-la evaluación"? (Creo que esa frase debieran institucionalizarla. En serio, debería adquirir los colores corporativos). Tu jefe la dice con la misma solemnidad que debió utilizar Stalin con Hitler cuando le dijo ¿tienes un momento para que hablemos del reparto de Polonia? Y es que el momento para tu jefe es muy, pero que muy solemne: tiene 30 años y le está diciendo a alguien que le dobla la edad (bueno, tampoco hay que exagerar) que el banco le ama o que el banco no le quiere nada de nada. Vamos, que ejerce de alcahueta el pobre. Y para ser alcahueta y no parecerlo, hay que hacer gala de muchísima solemnidad. No me cabe ninguna duda de que si pudieran se vestirían de purpura; ¡no hay nada más solemne que la púrpura! Pero le delata la sonrisa; una sonrisa tensa, más rictus que sonrisa, con la que quiere darle al momento un aire de camaradería que está a punto de deshacerse en mil pedazos.

Tú vas y te sientas, con los codos en la mesa de madera oscura... o de madera clara..., mientras tu jefe se sienta a tu lado con una carpeta con papeles que determinan tu vida a lo largo del año siguiente: dónde van a estudiar tus hijos, los campamentos de verano a los que van a poder ir, si esquiar es una afición que te está vetada o no, si cenar por ahí con tus amigos los fines de semana es una opción o tienes que elegir el recibo de la luz... Y entonces empieza un diálogo similar a este:

- "Estamos contentos con lo que has mejorado este año (el plural mayestático es fundamental cuando no puedes vestirte de púrpura...). Sabemos que te has esforzado..."

- ... (tú piensas)...: es verdad que me he matado
¿se habrán dado cuenta por fin?
y sí, es bastante evidente que he mejorado.
¡Como para no mejorar si cada vez tengo más jefes y menos compañeros!
Si no mejorara, terminarían echando a todos mis jefes por falta de productividad.
Y es que yo, ahí donde me veis con mis codos humildemente apoyados en la mesa de madera oscura o de madera clara, ¡mantengo a 4 familias completas!
¡Soy una fiera!
Menos a la mía que la mantengo por los pelos...

- "Tu evaluación es de 112. Como ves, te la hemos subido con respecto a la del año pasado que sacaste 110".

Y tú te sientes como si dos enormes caracolas te cubrieran
las orejas del todo; oyes un eco vacío y un latido sordo que no sabes si es tu corazón o los de mantenimiento arreglando los fluorescentes del techo. Y piensas:

¡pero vamos a ver, cómo es posible que me digan que todo estupendo y genial si mi nota ha sido un 5,6, coño! Porque eso es lo primero que aprendes cuando llegas al colegio con 6 años, el significado de sacar un 112 de 200...


Blas de Lezo








.

No hay comentarios:

Publicar un comentario