sábado, 30 de junio de 2012

El Bardo







Salgo de una reunión noqueada, y elijo esa palabra on purpose porque creo que mi jefe no es un vampiro como predije hace unos meses, ¡no! Bueno, el hecho de que sea o no sea un vampiro aún no he sabido demostrarlo, pero en lo que me equivoqué es en que fuera un vampiro manchego; no es un vampiro manchego: ¡es un vampiro británico! Durante la reunión lo he visto claro…cómo iba yo a imaginarlo… Ay Dios, creo que es la reencarnación de Shakespeare…

Sé que Shakesperare inventó muchísimas palabras nuevas, transformó nombres en verbos, verbos en adjetivos, asoció vocablos que antes no existían, combinó las letras de manera original, incluso inventó expresiones. Leí una vez que introdujo unas 2000 palabras al inglés y esto es lo que hace mi jefe cada vez que habla, crea y crea palabras sin cesar; todas nuevas, distintas, nunca antes oídas… ¿OS IMAGINÁIS LO QUE SIGNIFICA REUNIROS UN DÍA SÍ Y OTRO TAMBIÉN CON SHAKESPERARE? ¿Os podéis hacer una idea del honor que supone estar presente en el nacimiento de nuevos vocablos y saber que tus hijos los usarán de manera habitual como si llevaran toda la vida conviviendo con esos otros tan trasnochados de la RAE? Me emociono...

Cuando nos convoca a una reunión -él diría que tenemos agendada una reunión para ver de modo incremental los planes departamentales (¿A que es único? ¡Es increíble el poder de palabra que tiene!)- me entra un hormigueo en la boca del estómago que no se cómo valorar. ¿Será conmoción? ¿aturdimiento? ¿sorpresa? ¿estupor? ¿all the above? No sé. Lo que sí sé es que cojo apuntes como loco para poder tener constancia de todas las maravillas que es capaz de crear y para no olvidar nunca ninguna. Es tan imaginativo que en mi casa me piden que les cuente las novedades cuando vuelvo por las noches. ¡Incluso a mis amigos les interesa estar al día! Así es que me he agenciado una libreta pequeñita de la que nunca me separo y en la que escribo todas las maravillas que oigo.

Yo intento redactar utilizando sus palabras, dándole importancia a la visión transversal de la función como garantía de una adecuada coordinación, pero no sé,… me suena como un trabalenguas y me da la sensación de que no me van a comprender. Cuando me expreso usando sus palabras me acuerdo de aquel chiste de Jaimito en el que se transcribe una conversación telefónica con tres colores:

Green, green… green, green
Yellow?
Pink

Pues eso.

Y me llega la negatividad y me doy cuenta de que mi track record relativo no es muy sobresaliente y de que mi plusvalía latente es negativa, y entonces es cuando me explico la escalabilidad de niveles y de por qué los niveles de compartición tienen su razón de ser.

A veces, por las noches, cuando no consigo dormirme, imagino a nuestro bardo vampiro mapeando la realidad en una nueva obra en la que nosotros seamos los protagonistas. ¿Qué nuevas enseñanzas sabremos abstraer de su conocimiento de la naturaleza humana? ¿Será personalizable y nos reconoceremos cada uno de nosotros o buscará una unicidad en los datos? Supongo que todo dependerá de la razonabilidad, como ha hecho en todas las demás obras. Seguramente escribirá sobre la importancia de que no sea un burro el que ostente el liderazgo, como Titania en "El sueño de una noche de verano" o del daño que hace elegir malos sucesores, como el Rey Lear. Escribirá sobre el error que supone darle poder a los indecisos como acaba descubriendo Hamlet o sobre la ceguera de la ambición de la que habla en "Macbeth"...

Y mientras espero a que su nueva obra vea la luz me dejo los ojos buscando la señal que dejó el pendiente de oro en su oreja izquierda.






domingo, 1 de enero de 2012

¡Feliz Navidad!








Para rizar el rizo, y después de mi generosa renuncia al despacho, nos han convocado, como todos los años, para unas copitas de Navidad donde agasajan a todo el departamento por nuestro buen hacer, entre sonrisas de “escucha  hermano la canción de la alegría” que nos dan fuerzas para soñar cantando y vivir soñando los 12 meses que quedan por delante.

En estas reuniones ocurren dos cosas y ambas son mágicas:

- UNA: que es complicado localizar las bandejas que con tartaletas llevan los camareros de un lado a otro (yo no sé cómo me las apaño, ni en qué lado caeré pero nunca es el acertado). Repito, bandejas que se empeñan en jugar al escondite con tu hambre. Pero ¡oh milagro! si te aguantas, te esperas y bebes mucho, el efecto de la tartaleta es maravilloso porque acaba inflándose en la tripa y se te quita el hambre ya para el resto del día. ¿Se lo habrá planteado Dukan o le ofrezco mi idea? Mmmmm… ¡a lo mejor me forro con la Dieta de la Tartaleta!

- y… DOS: que los jefes practican sus cualidades oratorias, aprendidas en el último curso de Comunicación Eficaz mientras a ti se te descoyunta el cuello buscando la tartaleta de pisto manchego o la copa que ayude a inflarla, hablando de lo bien que todos lo hemos hecho, lo listos que somos y cuánto valemos. Aunque esta vez no disfruté tanto como otras veces ¡porque estuve a punto de ahogarme! Me atraganté con un trozo de langostino con mayonesa cuando oí que nuestro Gran Jefe definía nuestra área como plomiza y a nosotros como personas anodinas, grises y corrientes; eso sí, lo dijo de manera muy simpática y provocó algunas risas. ¡Eso no se les puede negar!, aprenden a decirlo todo de manera fluida y simpática. Pero hombre, ya sé que pasar 10 horas entre BUSCAR Vs, bases de datos, Access y tablas dinámicas no es muy glamuroso pero ¡jooooder, qué disgusto!, yo que siempre me había considerado brillante y enterarte de lo contrario así de golpe… es muy duro…

Pero no cabe duda de que valen para incentivar a su gente; tienen un don especial que quizás sea divino después de todo… 

Porque, y esto es lo milagroso, ¡salimos y nos empeñamos en volver al trabajo! 

No hay nada más satisfactorio que estas motivado y con el estómago lleno



Tengo un bajón….









Parecía que después del team building, que ya estoy preparado para contaros con más objetividad, mi vida había adquirido otro significado porque fui capaz de verme a mí mismo con cualidades directivas aunque, ¡eso sí!, a mis jefes con cualidades de empleado… la perfección solo está en manos de Dios.

Finalmente no nos fuimos al campo, ni a una casa rural, ni pudimos disfrazarnos de templarios; nos metimos como piojos en costura en una sala de reuniones de un NH que está cruzando la calle. Cuando vimos el escenario se nos quedó la misma cara que al concursante Mario, del programa de Carlos Sobera, cuando Remedios Cervantes le hace perder 5000 euros... No tengo nada contra los NHs ¡Dios me libre! pero realmente al ver las botellitas pequeñas de agua Bezoya y los cuadernos de espirales con los bolis tan seriecitos al lado, me vine abajo y pensé: ¡esto sí que es un “trending topic” de Twitter...!

Pero “trending topic”, lo que se dice “trending topic” fue cuando empezaron los juegos. ¡Madre del amor hermoso! que dicen en mi pueblo. ¡La que se montó! ¡Qué guirigay! Un jefe se marchó dando un portazo, otro se cruzó de brazos mirando a la pared con ese aire de niño enfurruñado de “pues-yo-ya-no-juego”, otro gritaba ¡organizaos, organizaos! como si fuera tan fácil...y el cuarto perdió la voz... vamos, digo yo que la perdería porque no volvió a decir nada en todo el día. Yo, hubo un momento en el que pensé que se había vuelto catatónico y me acordé de aquella sala de locos de la película de “Alguien voló sobre el nido del cuco” y me sentí como Jack Nicholson: un pelín above average... y pensé ¡joooo, lo de hacer un team building es genial!, se ve perfectamente quién sirve para organizar, para mandar o para gestionar equipos.

De todo hubo en la viña del señor... hubo gente que en momentos de tensión se retiraba del follón con la nariz metida en su Blackberry, otros que aprovechaban para “¿profe me deja salir que me hago pis?”, hubo gente que sólo repetía una y otra vez “¡autocrítica, autocrítica, necesitamos autocrítica!”, mientras otras voces se enfadaban “¡escuchadme! ¡a mí nadie me hace caso!” o en cambio “esto está muy bien” echando miraditas y aleteándole las pestañas a los jefes...

Pero quien yo creo que ha dejado definitivamente la actividad de organizador de team buildings ha sido el que vino a liderar el nuestro. ¡Pobre chaval! Estoy convencido de que está en terapia en estos momentos para interrumpir los tics que le han salido después de conocernos...

Entre los juegos de la mañana y los juegos de la tarde nos fuimos todos a comer juntos pero la comida resultó un poco tensa, la verdad, porque parecíamos todos enfadados. ¿Será eso lo que se persigue? ¿Un enfado general? ¿Una catarsis? ¿No decían que la idea era salir queriéndose muchísimo los unos a los otros como si de un versículo evangélico se tratara? Pues quererse lo que se dice quererse no ha resultado, pero eso ya lo sabía yo desde que en el colegio jugamos una vez al juego de las verdades y Rodriguez terminó sangrando por la nariz de un puñetazo.

Pero lo más duro fue cuando regresamos “de querernos” y de “jugar” porque necesité de toda mi fuerza de voluntad y tuve que hacer un acto de contención para volver a sentarme en mi silla, ante mi pequeña mesa y meter mi password en mi ordenador, porque lo que realmente creo que yo merecía era ocupar un despacho y embalar, como en las pelis, los objetos de mi predecesor al grito de:
¡Llamen a seguridad y acompáñenlo a la salida!


domingo, 25 de septiembre de 2011

Team Building



¡Nos han dicho que nos vamos de Team Building! Estoy que no me lo creo de la emoción porque realmente nunca salimos de nuestra pantalla Excel y entre pitos y flautas (más pitos que flautas, la verdad) se nos pasa la vida sin apenas dirigirnos la palabra entre los jefes y nosotros.

Yo he oído hablar de estas actividades muchas veces; llevo años viendo a mis jefes desaparecer durante una semana para verlos aparecer de nuevo, con ganas de poner en práctica lo que han aprendido - durante unos días parecen distintos, no sé, como poseídos. Menos mal que enseguida vuelven a ser los de siempre porque tener que lidiar con jefes bipolares sería muy duro. Vuelven renovados, contentos, con esas ganas de no separarse de los compañeros de aventuras tan típicas a la vuelta de un viaje divertido… me pregunto si no será este el origen de las reuniones: “¡no os preocupéis chicos, en cuanto volvamos al banco nos reunimos y ya está!”… Es muy posible…

Jo, ¡qué suerte hemos tenido! Estamos tan ilusionados…
¿Dónde nos llevarán?

Según he leído, para que un Team Building sea efectivo, se deben cumplir varios requisitos y uno de ellos es que la actividad se desarrolle fuera de la empresa, a ser posible en un marco natural. Creo que hay todo tipo de componendas, desde bajada por barrancos - ufff, no sé yo si veo a la gente de mi departamento haciendo rápel -,hasta saltos en paracaídas - me está dando la risa floja…-

Por lo visto el lema de los “teambuildeanos” es sentir, aprender y mejorar y qué duda cabe que jugar con tus compañeros de empresa a las guerrillas y a afinar la puntería a paintbalazos une que es una barbaridad y desde luego, sentir sientes seguro. Y ya no te cuento si hay que hacer una inmersión en el medioevo y puedes elegir entre ser un monje, un campesino, un abad, un sarraceno, un hereje o un inquisidor... y durante un fin de semana te puedes meter en la piel de una persona que vivió en aquella época, comer lo que ellos comían, dormir como dormían (bueno, digo yo que más o menos) preparar conjuros, acertar enigmas e incluso participar en torneos medievales. ¿Se podrá aprender a hacer pócimas venenosas? ¡Ojalá! ¿O quemar a alguien en la hoguera? ¡Sería fantástico! ¡Qué emocionante!

Hay paquetes como en los viajes organizados: "Basquet + Futbolin humano + campo de voleibol + Penalti puntería + Gladiadores + Carpa hinchable + 2 mangas locas + Sonido ambiental" que unen aún más y que enseñan temas muy variados ¡incluso historia de Roma! que para los de la ESO y los de la LOGSE es muy, muy útil.

Todos sabemos que un equipo de personas inteligentes no siempre garantiza que el resultado del grupo de trabajo sea eficiente, o que sepan trabajar en equipo, tengan habilidades sociales, sean buenos comunicadores o que tengan capacidad de liderazgo. Por eso las empresas destinan una parte de su presupuesto a programas de Team Building, porque en una semana te lo enseñan todo y es evidente que a la larga es un gasto muy, muy rentable.

Así es que nos vamos de excursión, como cuando éramos pequeños y montados en los autobuses cantábamos “ahora que vamos despacio vamos a contar mentiras tralará…por el mar corren las liebres por el monte las sardinas tralará…”


miércoles, 27 de julio de 2011

¡Qué mal rato!



Qué mal, qué mal, pero ¡qué mal lo pasé ayer! Pensé que me quedaba todo el fin de semana en el baño de mi trabajo… uffff, me salvó la luz del móvil; se apagaron las luces de repente y la oscuridad era tan absoluta que no encontraba ni el picaporte, ni el pestillo, ni nada de nada…menos mal que me desplazo a todas partes sin separarme de la Blackberry ¡benditos móviles!

Resulta que ahora trabajo en un edificio inteligente (así lo llaman…) y como es un edificio inteligente decide, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo (a este lo pongo en minúsculas que no tengo ganas de ascenderlo), tomar decisiones por mí. El cuarto de baño dictamina cuánto tiempo tienes que estar entre sus cuatro paredes pintadas de azul piscina (eso en el cuarto de baño de tíos, porque en el de tías están pintadas de rosa palo). Cuando el cuarto de baño inteligente no detecta movimiento y decide que YA, simplemente apaga las luces. ¡Zas! Y yo me pregunto… ¿qué tipo de movimiento habría que hacer cuando estás sentado en el cuarto de baño para que no se apaguen las luces? Mover los brazos en aspa lo he probado y no sirve… ¿En qué estaría pensando el ingeniero que lo diseñó? Cómo me gustaría haberlo conocido, porque original sí que debía ser…

No sé si por el color de las paredes o por lo tenue de la iluminación, al abrir la puerta sientes que te adentras en una discoteca en la que sólo faltaría la música y un gintonic. Creerías estar en Estudio 54 si no fuera porque te despiertan de la ensoñación unos retretes de diseño en acero inoxidable, colocados a miles de metros del suelo… glups… la primera vez que los vi me dio un ataque de pánico y pensé: ¡no llego ni saltando! Es horrible ser español en un edificio inteligente construido para nórdicos, y eso digan lo que digan, porque cuando tengo que sentarme me cuelgan los pies y pierdo toda mi dignidad. ¿Cómo pretenden que dirija un equipo cuando todo el mundo sabe, al verme salir del baño, que para sentarme en un retrete me he tenido que encaramar y trepar como si del Everest se tratara, para acabar con los pies colgando?

Y eso no es lo único malo, no… cuando quieres ir al baño (lamento lo escatológico de mi entrada de hoy pero tenía que contarlo) mantienes una espantosa lucha interior:

me meto en el cubículo o me quedo fuera, me meto en el cubículo o me quedo fuera…

Si te quedas fuera es peor, porque los urinarios están tan pegados que podrías escribir un tratado sobre formas, tamaños y maneras de tus jefes y compañeros así es que si eliges quedarte fuera sabes que tienes que hacer pis impasible el ademán (imposible el alemán, que decían los niños) y mirando a lontananza en aparente estado de ensoñación, o al techo, como si tuvieras una intensa vida interior.

A veces, en cambio, no tienes más remedio que encerrarte en una de esas cajitas azul piscina con los pies colgando y de resultas (como dicen en los pueblos), al tirar de la cadena, descubres que tu empresa utiliza un mecanismo instalado en las cisternas para un consumo inteligente de agua ¿Por qué todo se ha vuelto inteligente en los últimos tiempos? Recuerdo cuando solamente lo éramos las personas, y sólo algunas; ¡qué tiempos aquellos!

El consumo inteligente se traduce en que cuando tiras de la cadena sale un chorrito apenas perceptible, un pequeño manantial que carece de caudal. Para no entrar en detalles sólo diré que cada vez va menos gente al baño y todos, como cuando éramos pequeños en el cole, esperamos a llegar a casa. ¿Será esto gestión inteligente de la productividad en lugar de esa lucha por defender un bien escaso, que es lo que nos dice el letrero sobre el retrete?

El problema de la inteligencia no está solamente circunscrito al territorio de los cuartos de baño, ¡no! Este edificio también es inteligente para manejar las puertas; cuesta muchísimo entrar y, una vez dentro, tampoco te deja salir. Te debates entre el terror de “no voy a llegar a mi hora” o de “no sé si volveré a casa esta noche”. Todo el mundo lleva alrededor del cuello un cordoncillo del que cuelga una tarjeta con tu nombre y tu foto, así es que en los ascensores todos nos miramos, en lugar de a los ojos, a la altura del esternón; tengo que reconocer que a veces resulta bastante práctico…Pero me voy del tema: sin la tarjeta no entras en el garaje y si ya has entrado no vuelves a salir. Sin la tarjeta no puedes entrar en el edificio, ni en la zona donde está tu puesto de trabajo, no puedes salir para ir al cuarto de baño porque no podrías volver, no puedes asistir a una reunión en otra planta porque cada puerta necesita un código especial.

Para rizar el rizo, la puerta giratoria de la entrada ha sido programada para hacerte recordar la infancia. Aparentemente es una puerta giratoria como otra cualquiera, con paneles de cristal corrientes y molientes (un poco estrechos, eso sí), que empieza a girar a bastante velocidad cuando ya estás casi dentro. Te pegas tal susto que tienes que pararte y (aquí viene lo de los recuerdos de infancia) buscar, acompañando el ritmo giratorio con movimientos de cabeza, el momento de colarte dentro como hacían aquellas niñas que saltaban a la comba en larguísimas filas y tenían que entrar y salir sin engancharse a la cuerda que giraba. ¡Qué bonitos recuerdos…! ¿Lo habrán hecho por eso? ¿Tendrá en mente el edificio, ya que es tan inteligente, “la magdalena de Proust” en una búsqueda del tiempo perdido?

¿Terminará siendo el edificio tan inteligente que el día que me vaya será él quien me despida, abriendo las puertas a mi paso y regalándome un reloj?


Blas de Lezo







sábado, 25 de junio de 2011

¡Qué miedo!



Tengo miedo. Llevo una temporada pensando que hay algo raro en mi jefe. Al principio pensé que no había que darle importancia a los síntomas pero, según va pasando el tiempo, he empezado a atar cabos:

¡Creo que mi jefe es un vampiro!

En serio, no lo digo en broma, ¡creo que es un vampiro! No sé mucho de vampiros, la verdad; lo que sé se lo debo a Christopher Lee y a sus películas que tanto miedo me daban durante mi infancia, pero es que tiene unos síntomas... ufff... yo cada vez lo voy viendo más y más claro. Y es que siempre está metido en su despacho a oscuras...no enciende nunca la luz ¡JAMÁS! ¿eso no es raro? yo desde luego lo veo rarísimo...

Así es que después de observar y estudiar detenidamente sus hábitos, he llegado a la conclusión de que o es vampiro o es manchego (por eso de la obsesión por el ahorro). Así es que me debato entre el terror y la preocupación porque ninguno de los dos casos es bueno para nosotros. Y ya, lo peor que nos podría pasar, es que fuera un vampiro manchego...¡Eso sería una catástrofe!

Ya sé que sólo con la obsesión de apagar la luz no se deben sacar tantas conclusiones pero es que lo de la luz es uno de los síntomas principales en ambas alternativas y lo sé bien porque he crecido oyendo el latiguillo “¡hijos mios,apagad la luces, que se gasta!” en casa de mis abuelos. En cuanto a la obsesión de los vampiros por la oscuridad ¡es incuestionable!

Cuando llego por las mañanas, él ya está ahí sentado a oscuras y en silencio y cuando me voy por las tardes él sigue ahí metido, como si viviera en una cripta. No sale casi nunca, no se le conocen amigos y tiene un mal color...

Empecé a sospechar porque me sentía débil y confuso y gracias a Google he sacado mis propias conclusiones, y todo me va cuadrando. Los vampiros viven de las sangre de los mortales pero necesitan controlar sus impulsos porque si te chupan demasiada te conviertes en otro vampiro (lo que no es el caso porque entonces yo ya sería jefe); si te chupan la sangre de manera controlada consiguen tu fuerza y te hacen perder la memoria, con lo cual les sirves durante el tiempo que ellos quieran. Por eso me siento débil y algo confuso en los últimos tiempos, supongo.

He puesto un espejo en mi mesa para ver si se refleja pero ¡no hay manera de verle porque nunca se me acerca para nada! Así es que me paso todo el día moviendo el espejito de aquí para allá sin concentrarme y sin lograr nada. Paso horas y horas delante del ordenador, como si alguien controlara mi mente, y sin capacidad de decisión para levantarme e irme y - aquí viene lo de la sangre manchega, nuevamente - todo sin que me suban el sueldo desde hace años.

Estoy entrando en un estado de desesperación tal que para salir de dudas terminaré yendo con una ristra de ajos al rededor del cuello, y acabaré asomándome a su despacho con un crucifijo levantado delante de mí...

y ¡que sea lo que Dios quiera!

Blas de Lezo

sábado, 7 de mayo de 2011

Downton Abbey... más o menos


Hoy nos hemos enterado del notición y ¡menudo notición! ¡Han ascendido a mi jefe!. Pero no es un ascenso cualquiera, es  ¡EL ASCENSO!  Y es que “muchos son los llamados y pocos los elegidos,” que decía el bueno de San Mateo … la verdad es que tampoco me quedó muy claro en esa parábola el significado de la frase; ya se sabe que las parábolas no están pensadas para mentes mediocres...¡cuánto me falta por aprender!  Y es que ya lo decía mi padre: no me va a dar tiempo a estudiar griego antes de que me muera...


Ahora, mi jefe ya no es mi jefe, porque como es muchísimo más importante se lo han llevado a otra área que lo merezca; resulta que tanto el trabajo que hacía, como dirigirnos a nosotros eran dos actividades que no tenían la suficiente categoría. Al principio me ha costado entenderlo; yo pensaba que si tienes un jefe que merece un súper ascenso es porque la gestión que ha realizado él y la labor de su gente, lo han hecho merecedor de esos galones. Se nota que no tengo ni idea de cómo se dirige una empresa  ni de cómo se gestionan “los recursos” ni “la tropa”, que es así como nos llaman ahora en lugar de “humanos” o “personas”. Por otro lado, son calificativos que me recuerdan al de “almas” de la estepa rusa de los zares, y que tanto suenan a Doctor Zhivago...¡tan romántico...!

Por lo visto el departamento que deja (el nuestro) y el equipo que ha trabajado para él (nosotros) no son los artífices de su salto a la fama. ¡No! Es simplemente por ser como es él, por “lo que viene siendo él mismo”, que se dice ahora para hacer las frases más largas y que suenen más cultas. Mi jefe, bueno, mi ex jefe, ha nacido para alcanzar la gloria independientemente del trabajo que haga o de cómo gestione “sus recursos”. ¡Y es que vale una barbaridad!

No lo veíamos mucho por su despacho porque tenía muchísimas cosas que resolver fuera del departamento o incluso fuera del edificio. Tenía muchas reuniones, mucha gente que visitar, comidas larguísimas y otros trabajos a los que dedicar su tiempo... y es que vale tanto que no sólo puede con uno. A mí me encantaría valer tanto como él, la verdad, pero es que no doy a basto; entro a las 8.30 y cuando salgo a las 7.30 de la tarde no me ha dado tiempo ni de sacar la cabeza del ordenador. En fin, somos tan diferentes los seres humanos...

Nos convocaron a todo el departamento para darnos la noticia. Entramos todos con el ombligo un poco encogido sin saber lo que nos iban a decir, con esa sensación que nace en el colegio de “si me reunen, malo, algo habré hecho...”

Vino incluso el jefe de mi jefe a darnos la buena nueva:

-"Tengo una noticia buenísima que daros;" dijo, "he querido venir para decíroslo en persona porque no quería perderme vuestra alegría".

¡Qué momento, Dios mío! Lo tengo grabado en la retina: su cara alegre y picarona, nuestros cuerpos echados para delante receptivos, los ojos brillantes de muchos de nosotros esperando: unos el ascenso, otros un reparto de tareas más equitativo, aquí un bonus digno, allí un aumento de sueldo... Por eso, cuando llegó la noticia, no reaccionamos inmediatamente... nuestras mentes estaban mucho más centradas en aspectos nimios y banales. Más egoistas, vamos.

-"¡Hemos ascendido a “fulanito”!" nos dijo el jefe de mi jefe con cara de triunfo.





Tengo que admitir que hubo un momento de incredulidad ¡pero fue sólo un momento! porque enseguida me di cuenta de lo maravilloso que es que el que ha sido tu jefe durante varios años, vaya a ser cubierto por una capa de armiño y de terciopelo granate, y se le conceda la prerrogativa de permanecer cubierto ante el rey, como los caballeros castellanos del siglo XVI.

En ese momento me identifiqué totalmente con Mr. Carson, el mayordomo de Downton Abbey y con su alegría ante el embarazo de la condesa de Grantham... y es que no existe felicidad mayor que la fortuna de los tuyos...