sábado, 9 de abril de 2011

No sin mi flexo


Ayer me quedé en la oficina hasta las 23.00h para terminar una presentación que tenía que hacer esta mañana. Me la han cancelado... ¡y no es coña!

Pero no me importa nada porque trabajar por la noche tiene enormes ventajas, y todos hacemos lo imposible por quedarnos muy, muy a menudo. De hecho, según pasan las horas es fácil detectar quién se va a quedar con sólo preguntarle "¿cómo vas?”... la emoción le impide incluso contestarte...Y es que realmente tiene muchas más ventajas que estar en la ofi sólo durante el día.

 
Os cuento algunos ejemplos. Si a vosotros se os ocurren más, ya me diréis:

- La fotocopiadora es para ti sólo y no tienes que buscar tu documento entre gráficos, mapas, recetas, contratos de Línea Directa o Declaraciones de Renta ajenas.

- Puedes sacar a relucir tu voz más seductora a lo Sean Connery en lugar de ese susurro habitual que tienes que usar cuando llamas a tu mujer para que no te oigan tus compañeros. De hecho, es una de las razones por las que ella (tu mujer, quiero decir) está absolutamente encantada de que te quedes trabajando hasta tan tarde. Cuando se despide por la mañana notas que le brillan los ojos al preguntarte:

"¿a que hoy te vas a quedar...?"

Y es que es evidente que mis jefes defienden la conciliación familiar con una pasión que yo agradezco. Seguro que han leído que la mayoría de los divorcios tienen lugar a la vuelta de las vacaciones y han decidido frenar la desintegración familiar con medidas eficientes de alejamiento. ¡Y realmente funciona! El otro día me crucé por el pasillo con mi mujer y se me escapó un “¿vienes por aquí amenudo? ¿te invito a un café?”...

- El chorrito de agua del surtidor de la sala de relax se queda tan frío, que cuando bebes se te salta el esmalte de los dientes. Además, dicen que beber agua muy fría es un quemagrasas muy eficaz.

- Puedes hacer ejercicio con retos tipo “¡a ver quién llega primero a la cuarta!” mientras corres escaleras arriba. Lo leí el otro día en declaraciones de Petra Sanz, que por el nombre no lo parece pero que es importantísima y coordinadora del Programa Empresas Saludables y miembro de la Fundación Española del Corazón, y recomienda que la propia empresa promueva el ejercicio físico "para las personas que se empeñan en trabajar 11 horas". Dice que la empresa debe animar a utilizar las escaleras y no el ascensor a sus trabajadores (no detalla cuáles serian los sistemas de “animación” a utilizar, pero bueno...), o promover torneos deportivos que, según los especialistas, "evitan enfermedades y mejoran la productividad ”. Lo que tampoco dice es en qué momento habría que organizarlos, aunque yo supongo que el día ideal sería los domingos de 9 a 12, aprovechando que ahora que la gente va menos a misa tiene esas mañanas ociosas...

Además de que:

 
- No hay tráfico cuando vuelves a casa


- Es la excusa perfecta para no ir al gimnasio


- Tienes una buena coartada en caso de un crimen


- Puedes salir del párking cruzando por encima de las plazas de todos los que te caen mal…


- Has probado todos los sandwiches de la máquina...

 
En fin, ¡todo son ventajas!; hasta hay un grupo en Facebook que se llama “¡Cómo me gusta salir tarde del trabajo!”. Por eso, cada vez hay más gente trabajando por la noche.

A pesar de que trabajar hasta tarde está tan demandado, apagan las luces y la calefacción. Lo de la calefacción no es un problema porque el otro día viendo un reportaje sobre el Bronx se me ocurrió que, cuando haga mucho frío, puedo encender una agradable hoguera dentro de una papelera. Además, ¡es tan neoyorquino...! (Eso sí, hay que tener cuidado con que la papelera no sea de plástico porque la puedes liar parda).

Lo de la luz es peor, porque verificar si los colores del pantone corporativo autorizado han salido bien en la impresora, utilizando la Blackberry como linterna, es incomodííísimo y se presta a desagradables sorpresas a la hora de encontrarte de bruces con tu obra a la luz del día siguiente. Por eso hoy no he comido y he aprovechado para ir a IKEA a comprarme un flexo. Bueno, y ya que estaba allí, también me he comprado una manta bastante suave y que creo que está dentro de la gama de los colores corporativos.

La manta no es para el invierno -que yo creo que con el fueguecillo en la papelera no la voy a necesitar - es para el frío que hace en verano por el aire acondicionado. El año pasado, tenía que mover los dedos de vez en cuando para que no me salieran sabañones; te sentías protagonista de una de esas películas donde el que sabe, el listo, le dice a la caterva de inútiles que van con él atravesando El Himalaya (principalmente mujeres rubias que están buenísimas y que siempre se tuercen el tobillo en el peor momento): "¡moveos, no os senteís, no os quedéis quietos... si no moriréis!" Vamos, que le debo al mundo del cine no tener las manos deformadas...

Pero es que tenemos que luchar todos juntos para lograr nuestros objetivos de crecimiento y para conseguir una “mayor notoriedad global” como si de un equipo deportivo se tratara. Por eso el grito de guerra corporativo que nos comunicaron el otro día a través de la intranet:

¡Oe, oe, oe. Vamos, vamos…Chiquitibum alabim bom ba!

...aunque me cuesta imaginarme al Consejo de Administración lanzando este grito sin un coro de animadoras con pompones de colores corporativos.

Blas de Lezo

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